Este tradicional juego se remonta a los siglos XIV y XV. El puesto de las tacillas se subasta públicamente al inicio de las fiestas y todo el dinero que se gana se destina a la ermita. Principalmente, este juego funciona de la siguiente manera: se lanzan ocho bolas pequeñas a la tacilla y, si el número de bolas que caen en la taza es par, gana la banca, pero, si es impar, el que triunfa es el apostante.
Este juego solo se lleva a cabo durante las fiestas en honor al Cristo, mientras que el resto del año las tacillas están cerradas. Asimismo, en estas fiestas destacan otros eventos como la verbena popular, el toro de fuego y los buscapiés.