De peculiar morfología urbana, Villarrubia de los Ojos está conformada por calles estrechas y cortas con pequeños quiebros que recuerdan los tiempos de la Edad Media, época donde la población morisca era numerosa y disfrutaba de ciertos privilegios. En su núcleo antiguo se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, obra del siglo XVI, localizada en el mismo lugar que ocupó el Castillo. De estilo tardo gótico, su planta es de una sola nave con ábside poligonal, bóveda de crucería y contrafuertes de sillar y sillarejo.
En la actual Plaza de la Constitución, eje neurálgico del municipio, se encuentran el Ayuntamiento, el antiguo Casino, la Biblioteca Municipal y la sorprendente Torre del Reloj, uno de los pocos ejemplos que quedan en la provincia de este símbolo tan importante en los pueblos en anteriores años.
En un recorrido por las calles se pueden visitar algunas tiendas tradicionales, así como su mercado con productos de la tierra y las fachadas de algunas casas solariegas, destacando la casa de los Díaz Hidalgo, una reconocida construcción caracterizada por su fachada compuesta de piedra y sillar almohadillado; por otro lado, su puerta principal está coronada con el escudo familiar, uno de los elementos que la han convertido en patrimonio civil de la región. Sin embargo, al ser una propiedad privada, solo se puede visitar su exterior. Ocurre lo mismo con otra casa solariega del término, la casa de los Sánchez-Gijón, edificio del siglo XVIII que cuenta con un interesante patio interior rodeado de una espesa hiedra.
En cuestión turística también destaca el matadero municipal, de principios del siglo XX, que se restauró y readaptó para convertirse en un interesante Museo etnográfico con una atrayente colección de elementos y útiles de la cultura rural y agropecuaria.
Posee tres ermitas en sus alrededores: la primera es la ermita de San Cristóbal, construida como mínimo antes del año 1575 sobre el cerro del mismo nombre, que cuenta con un espléndido mirador para disfrutar del entorno; la segunda es la ermita de San Isidro, un convento del siglo XVII que se visita anualmente para celebrar la romería del patrón de los agricultores; y finalmente, a menos de 12 kilómetros al oeste del pueblo, se encuentra el bello Santuario de la Virgen de la Sierra, en las estribaciones de los Montes de Toledo, templo con un entorno arbolado en la garganta de un pequeño valle rodeado de sierras. Desde allí se puede divisar perfectamente el paisaje característico del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel.