El hermoso edificio que alberga estos lavaderos de la primera mitad del siglo XX proyectan los lavaderos, que han sido restaurados gracias a la actuación del arquitecto Antonio García, homenajeando el pueblo de Ballesteros a la mujer rural anterior de 1950, que durante decenas de años bajaba a lavar la ropa.
La importancia de este lugar no es que solo se lavara la ropa, sino los lazos de amistad que se creaban entre mujeres y cómo esta laborse hacía más amena trabajando juntas.