Fue fundado a finales del siglo XVI por el Bachiller Juan Díaz Sabina y su hermana Francisca aplicándole rentas y propiedades. Actualmente está habitado por religiosas dominicas dedicadas a la oración y a realizar primorosas labores artesanales, bordados principalmente y unos deliciosos dulces conocidos como los «suspiros», antigua receta que preparan en acontecimientos señalados o por encargo. En el interior de este templo, restaurado también en nuestros días, se puede contemplar un bello retablo y unas interesantes bóvedas con detallada decoración en la parte del coro.