El aumento de población experimentado por la villa en el siglo XV, pasando de los mil vecinos y el crecimiento urbanístico hacia la zona norte de la localidad motivaron la construcción de una nueva parroquia.
El templo pertenecía a la Orden de San Juan, aunque la cruz de malta no se muestra en las paredes del templo. La construcción, comenzada en el siglo XV, quedó pequeña ante al cada vez mayor población. En la segunda mitad del siglo XVI se emplean para la iglesia unos planos de Juan de Herrera, constructor de El Escorial, traídos por el alcazareño Miguel Barroso, que había trabajado junto al maestro como pintor y arquitecto.
El edificio sufrió un incendio en 1785 tras ser alcanzado por un rayo, que no logró apagarse en toda la noche, y la iglesia quedó muy dañada. Esto permitió levantar un templo nuevo empleando lo que pudo salvarse del anterior, finalizando en 1796. En 1929 sufrió un derrumbe que afectó a gran parte del templo y en la Guerra Civil el edificio perdería reliquias, retablos, pinturas y su archivo parroquial.
La torre, hoy desaparecida, en cuyo lugar se localiza la casa parroquial, fue edificada en el siglo XVI. Pudo haber estado coronada por un chapitel con aguja, que se tejaría tras el derrumbe. En él podía observarse el reloj hasta 1725, así como las tres campanas, que fueron fundidas en 1655.
En su interior observamos una iglesia con tres naves comunicadas entre sí por arcos. La nave central está cubierta por una bóveda de cañón. A su vez, el crucero queda cubierto por una gran cúpula decorada con los emblemas de las órdenes militares. Hay que destacar la imagen de la Virgen del Rosario, cuyo retablo se encuentra cubierto de pan de oro.