Se caracteriza por tener su origen en un cráter de explosión hidromagmática de tipo mar, de 1 km de diámetro y una profundidad de 140 m.
Se trata del cráter de un pequeño cono volcánico, con una pared medio derrumbada, con el valle redondeado mirando hacia el norte.
Sus erupciones fueron freatomagmáticas y expulsaron lavas viscosas hacia el río Jabalón, que se sitúa a sus orillas. La colada de lava se junta con el del volcán de El Aprisco.
El paraje posee un alto valor paisajístico, al estar constituido por una profunda depresión instalada en la vertiente norte de la sierra de Arzollar, de la que bajan enebrales, encinares y retamares.
Es una zona muy recomendable para seguir diversas rutas y disfrutar de la imagen de las águilas reales sobrevolando sobre las cabezas, y en las riberas los aguiluchos laguneros, anidando en la época estival.
En la actualidad el acceso sólo puede hacerse a través de las laderas de los cerros que la enmarcan, al estar en una finca privada.