Las órdenes militares de monjes-soldados se crearon en los siglos XII y XIII con el objetivo de seguir conquistando territorios que estaban bajo dominio musulmán. Asimismo, eran instituciones que no dependían de la Corona.
En todo caso, fue a partir del triunfo en Las Navas, en 1212 cuando se empezaron a encargar de la repoblación y administración de las tierras que estaban bajo su poder. De hecho, la actual provincia de Ciudad Real estuvo repartida entre las Órdenes de Santiago, Calatrava y San Juan del Hospital.
Por ejemplo, Villanueva de los Infantes, capital de la Orden de Santiago en el Campo de Montiel, gozó de un periodo de crecimiento y apogeo durante los siglos XVI al XVIII, ya que era un foco religioso, cultural y artístico. Asimismo, otro de los focos principales fue Almagro, centro político de la Orden de Calatrava. Por su parte, Calatrava la Nueva era convento y sede emblemática.
Sin lugar a dudas, sus maestres durante siglos influyeron en la vida política y militar del país, y acogieron la celebración de diversos capítulos generales presididos por varios monarcas. Por su parte, Alcázar, capital del Priorato de San Juan, vivió momentos de esplendor, debido a que acogió en su núcleo urbano numerosos conventos, la universidad y la fábrica de pólvora más importante del reino.
Pero este periodo de esplendor de las órdenes tendría fecha de caducidad con la posterior incorporación de los maestrazgos a la Corona en el siglo XV, su paulatina secularización, la nueva división territorial de España en provincias y, hacia finales del XIX, los procesos desamortizadores de Madoz y Mendizábal. En este último caso, estas reformas estatales supusieron la venta o subasta de sus bienes, aunque todo concluyó con la disolución de las órdenes militares en 1931.